El parlache fue inicialmente una que se originó y desarrolló en los sectores marginales de la ciudad de Medellín y, años más tarde, extendida al área metropolitana del Valle de Aburrá y a otras poblaciones y ciudades de Antioquia y de Colombia. Ha tenido una influencia en el habla popular de otras regiones de este país a través de los medios de comunicación que le han dado espacio. Algunas personas de distintas edades y características socioculturales, habitantes del área metropolitana del Valle de Aburrá y de otras regiones de Colombia han adoptado varios de sus términos como una jerga. Sus principales influencias son el español paisa, la salsa y el lunfardo
Es importante aclarar que el parlache no deja de ser una variante del español, puesto que casi todos sus mecanismos de transformación y creación léxica se adaptan a los procesos fonológicos, morfosintácticos y semánticos de esta lengua. Aunque los usuarios del parlache rechacen el español estándar como símbolo de la clase dominante, en el fondo lo reconocen como la forma más elaborada y la que se quiere utilizar en determinadas circunstancias.
Etimología
El término parlache fue acuñado por la necesidad de un nombre que debería llevar esta germanía para la investigación que estaban realizando los sociolingüistas de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia Luz Stella Castañeda Naranjo y José Ignacio Henao Salazar. Entre las propuestas se encontraban; «el hablar torcido», «el parceñol» y «el sisasnolas». La búsqueda del nombre se amplió hasta llegar a oídos de los estudiantes de la mencionada universidad que entraron a participar y a algunos de los informantes del estudio que tenían contacto con personas que pertenecían a los grupos sociales en donde esta jerga era de uso común. Uno de tales informantes, estudiante de la citada universidad y residente de un barrio marginal propuso «el parlache»,por apócope —supresión de algún sonido al final de un vocablo— de «parlar» y por aféresis —supresión de algún sonido al principio de un vocablo— de «parche».
Historia
Durante la época colonial en el siglo XVI la minería del oro fue la primera actividad económica de Antioquia. Desde los tiempos de la conquista española de Colombia los territorios antioqueños de Remedios y Zaragoza han sido poblados y recorridos por buscadores de oro. En la época de la colonia, para atender a la explotación de las minas los colonos más ricos llevaban a Zaragoza y Remedios cuadrillas de esclavos negros, que venían desde Cartagena de Indias; los colonos menos pudientes lo buscaban en las arenas con sus propias manos, ayudados de picos y bateas, como muchas personas lo hacen todavía hoy en estos lugares y en muchos otros de Colombia. Los núcleos urbanos de los municipios anteriormente mencionados están constituidos en gran parte por mineros, individuos y familias, que han llegado de otras tierras, aledañas y lejanas dentro y fuera del departamento de Antioquia. En Zaragoza y Segovia operan compañías extranjeras y pequeñas empresas colombianas que ocupan en conjunto a millares de trabajadores en la extracción de oro, los cuales todavía son muy explotados artesanalmente, existiendo gran cantidad de ilegalidad y violencia.
En los estudios e investigaciones sobre Antioquia se ha dicho que la construcción del ferrocarril, el auge de la economía cafetera y la industrialización de Medellín, estuvieron determinados por la participación de los ricos y poderosos antioqueños en diferentes sectores de la economía como: minería, comercio, ganadería e industria. A principios del siglo XX también estaban instalándose compañías extranjeras dedicadas a la explotación aurífera, especialmente en el nordeste antioqueño. Sin embargo son pocos los estudios sobre las repercusiones que en cada municipio tuvo este proceso.
Durante la década de 1950 una carretera, que prácticamente desaparecía en épocas de lluvias, transitaba entre Zaragoza y Remedios. También había un servicio de transporte aéreo desde y hacia Medellín y Cartagena. La alimentación de la mayoría de los habitantes era mala. El clima era insalubre y abundaban los enfermos de paludismo. El consumo de licores, especialmente de cerveza, alcanzaba proporciones muy altas, principalmente en Zaragoza. La introducción de muchas cuadrillas de negros africanos para la extracción del oro, podría explicar el uso del vocablo «combo» entre otros de origen africano.
Orígenes
Desde aproximadamente la década de 1980, pero con antecedentes importantes en las décadas de 1960 y 1970, con el lenguaje de los camajanes,a de las bandas y de los famosos vagos y patos que deambulaban por los barrios, viene desarrollándose en Medellín y en su Área Metropolitana el parlache, que expresa toda esa nueva realidad que se vive en una ciudad en crisis. Realidad caracterizada, entre otros aspectos, por:
- Un crecimiento excesivo y no planeado de la ciudad, debido a los procesos de migración y de desplazamiento ocasionados por la violencia.
- Una gran concentración de la población en zonas periféricas, en muchos casos, con problemas de transporte, de vías de acceso y servicios públicos, como agua, alcantarillado y electricidad.
- Bajos niveles de cobertura en educación y en salud y altos índices de pobreza, desempleo y desnutrición.
- A todo esto se agrega que un alto porcentaje de esa masa poblacional que llega a la ciudad está compuesto por jóvenes y niños que no encuentran alternativas para llevar una vida digna y se convierten en un grupo vulnerable que fácilmente se vincula a actividades delictivas.
Surge entonces el parlache, ya que las transformaciones sociales, culturales y laborales de Medellín generaron una división de la ciudad en dos sectores diferenciados, y dieron origen a una serie de cambios lingüísticos y a una nueva forma de simbolizar y de expresar la realidad urbana. El surgimiento de lenguajes con mucho argot se da, con diferentes niveles de intensidad, en las grandes ciudades del mundo. Al respecto, la profesora mexicana Rossana Reguillo Cruz (1995, p. 94), al estudiar el mundo de las bandas (que en México tienen unas características un tanto diferentes a las de Medellín), dice que el territorio de la banda puede leerse como un texto cultural, en el que se materializan las visiones y representaciones del mundo de los actores que lo habitan.
Para el profesor catalán Carlos Feixa et al. (Alsinet, pp. 96—100), las culturas juveniles crean un territorio propio y se apoderan de espacios urbanos determinados que distinguen con sus marcas: la esquina, la calle, la pared, el local de baile, la discoteca, el centro urbano, las zonas de ocio. Crean palabras, giros, frases hechas; cambian la entonación, todo para oponerse a los adultos. Para lograrlo toman elementos prestados de los argotes marginales, como el de la droga, de la delincuencia y de las minorías étnicas; pero también crean nuevos términos y expresiones a través de las metáforas, de la inversión silábica y los juegos lingüísticos.
Al referirse al Verlan francés, el periodista José Luis Barbería (1999), nos dice que los suburbios de las ciudades francesas son hoy fecundos laboratorios lingüísticos, pues a toda hora surgen nuevas palabras creadas con la inversión de las sílabas de las palabras conocidas, con la fusión de vocablos nacidos del choque entre el francés y el árabe, las lenguas centroafricanas, el inglés e incluso el español; también surgen nuevas palabras por creación pura y caprichosa.
Estas características coinciden también con el proceso de formación y de difusión del lunfardo en Buenos Aires, dialecto que surgió de los inmigrantes que vivían en la orilla (sectores marginales de la ciudad). Para José Gobello (1996, presidente de la Academia de lunfardo y estudioso de esta variedad dialectal, el lunfardo puede considerarse como un repertorio de voces extranjeras, una acumulación de préstamos. El lunfardo fue creado por los compadritos con los elementos lingüísticos traídos por los inmigrantes. En un comienzo, el lunfardo fue un lenguaje rechazado y discrimi: «Siendo el lenguaje técnico de los malhechores, destinado a ser entendido sólo por los iniciados, devino luego en lenguaje común de todo este sector desasimilado, que intenta la destrucción simbólica de la sociedad organizada, mediante la destrucción de su lenguaje».
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